En el libro “Escritos desobedientes”

Hijos se revelan ante los crímenes cometidos por sus padres durante la dictadura argentina

En el libro “Escritos desobedientes”

Un colectivo desempolvó la memoria para hacer escuchar sus voces insumisas contra la impunidad

 

La presentación del libro “Escritos Desobedientes” se transformó en un aire de esperanza durante la 45° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en Argentina.

Se trata de una publicación escrita por los hijos e hijas que repudian los crímenes que cometieron sus padres durante la dictadura en Argentina, sus prácticas represivas, sus pactos de impunidad y silencio, reseñó el diario Página/12.

Indicaron que los hijos, como descendientes, les ha correspondido de manera injusta enfrentar la culpa y la vergüenza por los crímenes de lesa humanidad que cometieron sus progenitores: personal de las Fuerzas Armadas, de Gendarmería, de la Policía, personal de inteligencia, funcionarios, médicos y jueces.

Esas voces insumisas no se reconcilian, no perdonan y no callan,  y decidieron hacerlas públicas  a través del  libro “Escritos desobedientes (Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia” del colectivo Historias Desobedientes, editado por Marea.

El libro lo han recibido con beneplácito en el contexto de la lucha por la memoria. Foto Web.

El texto lo han recibido con beneplácito en el contexto de la lucha por la memoria. A las integrantes del colectivo Historias Desobedientes se les pudo ver en el stand que el Grupo Octubre tiene en la 45° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Son ellas Analía Kalinec, Bibiana Reibaldi, Eli Rodríguez, Silvia Villegas y Liliana Furió.

En “Escritos desobedientes” hay textos que fueron publicados en redes sociales, fragmentos de novelas inéditas como “La casa incendiada”, de Christian Baigorria; poemas, monólogos, relatos y ensayos.

«Lo saludable de este colectivo de hijas, hijos y familiares de represores vinculados con la última dictadura es que surge en un momento de retroceso en materia de derechos humanos, después del fallo de la Corte Suprema de Justicia conocido como el “2 x 1”. En un momento de avanzada negacionista, ellos vinieron a poner un límite a esa avanzada», planteó Victoria Ginzberg, secretaria de redacción de Página/12 y recordó cómo finaliza el manifiesto del colectivo: «hablar para defender lo justo, repudiar para no ser cómplices, desobedecer para romper mandatos».

Más memoria, verdad y justicia

Ginzberg resumió el gesto político en uno de los textos de Analía Kalinec, en el que ella confiesa que desde muy pequeña fue una niña obediente hasta que logró romper con ese mandato de obediencia, cuando pasó del llanto por el encierro de un padre acusado «injustamente por defender la patria» a entender que fue condenado por cometer crímenes de lesa humanidad.

«La identidad es lo que está descubriendo o deconstruyendo este colectivo; es interesante volver a la idea de identidad desde otro lugar. Hay una búsqueda de una identidad diferente», aseguró Ginzberg y celebró que este colectivo aparezca para ofrecer «más memoria, más verdad, más justicia».

A través de los textos de «Historias desobedientes» se articula una palabra incómoda y molesta al negacionismo, dijeron las autoras.

La primera aparición pública de “Historias Desobedientes” fue en la movilización de “Ni una menos”, el 3 de junio de 2017. En el prefacio del libro, Carolina Bartalini postula que hay un «doble gesto político» en el surgimiento y presentación elegida: «Impugnar las identidades impuestas por la ‘ley del padre’, por los padres genocidas, explicitar que no somos quienes ellos querían que fuéramos; constituirnos, así, en lo posible, en lo pensable».

Bibiana Reibaldi dijo que a través de los textos se articula «una palabra incómoda y molesta al negacionismo». Eli Rodríguez, nueva integrante, agregó que lo que le quieren dejar a sus hijos es el «basta de mandato». Dijo «cada uno tiene que actuar según lo que piensa».

Rodríguez subrayó que la palabra de los hijos y familiares de genocidas es incómoda porque surge de la incomodidad que ellos mismos sintieron a partir del trabajo de los organismos de derechos humamos.

«Nosotros podemos reconocernos y salir cuando nos juntamos», advirtió. «En mi caso, sentí que hice pie a partir de que las conocí; no tenía sentido andar en silencio».

La cordobesa Silvia Villegas es otra incorporación reciente. «Nos cuesta superar la vergüenza y construirnos como una voz que hasta ahora no se ha dicho en el país; los hijos de genocidas repudiamos sus pactos de silencio e impunidad. Nosotros no nos reconciliamos, no perdonamos, no nos callamos», enfatizó Villegas.

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